Este verano hemos visitado la bonita región de Smäland en Suecia, zona costera y de lagos y de una naturaleza tranquila que concuerda perfectamente con el afable carácter de los suecos y donde descubrí qué es la fiesta del cangrejo.
La verdad es que no tenía conocimiento de esta fiesta y fue preparando el viaje que leí sobre ella pero no me imaginaba que iba a tener la gran suerte de poder compartir esta fiesta con una familia sueca (una pareja con sus dos hijos rubitos que se entendieron con mi dos hijos morenitos la mar de bien, en su hogar de grandes ventanales orientados a un jardín verde y húmedo).
Quiero agradecer mucho a Emilia de Jönköping la amabilidad que tuvo en invitarnos a su casa a cenar con su familia. Fue una cena encantadora y que ha quedado en nuestro corazón para siempre.
Como curiosidad para los que somos de aquí, quedamos a cenar sobre las 5 de la tarde y nos fuimos casi a las 11, para nosotros buena hora. Para ellos si calculamos debía ser como si hubiéramos quedado aquí a las 9 y nos hubiéramos ido a las 3 de la mañana, creo que no está nada mal.
Esta fiesta se celebra en Suecia y también en otros países nórdicos a finales de verano, sobre agosto o septiembre y se trata de comer cangrejos de río acompañados de salsas, quesos suecos (allí es muy conocido el de Västerbotten en el Norte de Suecia), ensaladas y pan seco de Gränna (otro pueblo de la zona muy conocido también porque allí se fabrican los caramelos Polkagris de los que ya os hablaré otro día).
El protagonista de la fiesta evidentemente es el cangrejo que se cuece en agua salada y con eneldo florido, luego se deja enfriar en esta salmuera y les queda un sabor buenísimo. Es un cangrejo alargado, estaría a medio camino entre una cigala y una langosta, es de color gris y cuando se cuece se pone muy rojo.
La fiesta se celebra al aire libre (siempre que se pueda), se usan manteles, servilletas y platos desechables decorados con cangrejos, y los comensales se colocan gorritos de papel. Mientras se van comiendo los cangrejos y otras viandas se va también bebiendo unos aguardientes llamados Snaps que son de diferentes sabores (cardamomo, eneldo, anís, frutas del bosque o de varios de ellos a la vez), y cantando canciones típicas suecas. Y claro comiendo y bebiendo, bebiendo y cantando la cosa se va animando.
Por cierto que del cangrejo se come todo, quiero decir se pela todo, pero también se extrae la carne de la parte de la cabeza, no seáis finolis, que la gracia está en chupar, y en esta fiesta además está permitido hacer ruido comiendo.
Cuando volví a casa mi cabeza pensante ya estaba liada. ¿Cómo podré reproducir esta fiesta en casa? ¿Quizás encontraré cangrejos en el mercado de La Boqueria aunque sean por encargo? Me fui a San Google para ver que encontraba y me sorprendió mucho saber que aquí hay pueblos que han adoptado esta fiesta sueca.
Aparte de ser una chica de ciudad como ya os he dicho otras veces, soy también una chica de playa y no conozco mucho de ríos aunque sí que sabía que aquí en los ríos hay cangrejos y que tenemos la especie autóctona y otras especies que se consideran invasivas (pero que algunas tienen interés culinario), pero no me había planteado comérmelos (ahora ya sí 🙂 ).
Al final la cosa fue mucho más fácil, ya que me fui a IKEA a comprar una mesa y ya sabéis que siempre nos trasladan en su publicidad el estilo de vida sueco, así que resulta que en la tienda habían traído cangrejos congelados ya cocidos en la salmuera con eneldo, así que descongelar y comer, así de sencillo. Están muy buenos pero igualmente queda pendiente comprarlos frescos y hacerlos en casa.
Aproveché a comprar pan de eneldo y pan de cereales, unas botellitas de snaps y queso sueco. En la cena acompañamos los cangrejos con una salsa con huevas de arenque, ensalada con tomate y pepino, salmón ahumado, langostinos cocidos y el queso junto con unos embutidos de reno y alce venidos de Suecia también gracias a Emilia. Y de postre tarta de queso con cobertura de arándanos. Para beber vino blanco y los snaps. Y por supuesto compartimos nuestra mesa con unos amigos muy especiales, para que la fiesta del cangrejo sea cada vez más conocida. Nosotros el año que viene repetimos seguro.
¿Sabes dónde comer cangrejos de río? Mándanos un comentario, estamos deseando probar.
Oh!
¡Los cangrejos!
Los autóctonos ya quedaron casi solo para un hueco en la memoria, pero no olvidaré las fiestas (cangrejadas) que hacían por aquel entonces mis padres con sus amigos en verano (años 50) con clarete de Cigales, otras viandas…
Esto, la pesca y la comida se hacía en muchos lugares.
Las referidas cangrejadas eran en Valladolid, pero también las recuerdo en Lerma, el pueblo de mi padre.
«Se pescaban a sacos», me decía mi suegra Teresa, zamorana de pura cepa, «y menuda fiesta» añadía. Hablaba de antes de la guerra.
Las recetas autóctonas eran varias pero mi padre añadió otra: la de los suecos pero cambiando el eneldo por perejil. Y así se comieron siempre en casa, también con snaps, shill y todas esas riquísimas conservas suecas, además de nuestras viandas típicas.
Uno de los habituales en las cangrejadas de mis padres bien que se esforzó en denunciar los peligros de aquel «desarrollo» que, por ejemplo, dejó a nuestro cangrejo en la práctica desaparición, pero su eco solo llegó a sus millones de lectores (¿ironias?) pero no a los que nos gobiernan. Miguel Delibes y su Angelines (¡qué mujer!), los Merino con su acordeón y tantos otros que junto con mis padres y Santiago Monsalve cantaban a varias voces que daba gloria.
Nos mandaban a la cama a cierta hora; yo me hacía el dormido (¿o sería el sueco?) pero no me dormía hasta que dejaban de cantar y se iban. Ahí aprendí el repertorio que me sirviera de mucho, entre otras cosas para que, pocos años después, de jovencillo y también en noches de verano, mi padre me pidiera, al contrario que de niño, que tocara la guitarra con él y sus amigos. Podía fumar delante.
Me hice músico.
Finalmente, con gran disgusto, movidas varias y a su pesar me hice músico de profesión.
¡Qué cosas!
Yo he seguido y mantenido la tradición de la pesca y la consiguiente cangrejada, claro que, ya, con cangrejo «americano» (canadiense). E incluso lo he divulgado allá pir donde me han llevado la música y la vida.
Ahora, que tenemos los ríos (algunos quizá más limpios que entonces, o no) llenos de aquel cangrejo que echaron aquellos ineptos en la cuenca del Guadalquivir, allá a mediados de los setenta, u otros igual de ineptos y más tarde con el cangrejo señal, que se extendieron por toda la Península Ibérica, ahora que los hemos aceptado, que los han hecho su medio de vida cientos de familias, que los hemos pagado al estado en licencias y cotos de pesca… Ahora que levantaban vedas con la idea (estúpidos ineptos) de esquilmarlos a ver si a caso..
Ahora no es el «desarrollo», es el Tribunal Supremo, ¡toma ya! nuestras leyes y la justicia, quien quiere acabar con ¿qué?
(…»prohibida su pesca, posesión, comercialización»…)
¿País?
¿Surrealista?
¿Las dos cosas?
Un desatre, sí.
Pero bueno, hoy pasaré.
Hoy estoy en Suecia, por primera vez a pesar de mi temprano contacto con los suecos y la cultura sueca. Hoy o mañana voy a probar los cangrejos de aquí. Espero que sean de aquí (mira que si son americanos), pero bueno, siendo uno español y con cómo nos las gastan en Engaña, poco puede uno quejarse ahora por ello. Sean de donde sean, y con la inmejorable compañia de mis Teresas y nuestro amigos, J y H, serán otro gran regalo a añadir al de este viaje.
Hoy es mi cumpleaños.
-o0o-
Nota para los lectores de este blog: Escribo esto en Estocolmo hoy, 8 de julio de 2017, día en que cumplo 63. Convencido de que este mundo al revés no me los va a convertir en 39.
¡FELICIDADES!
Javier Arroyo.
Gracias por contarnos tus recuerdos y tu historia con los cangrejos, no dudes en contarnos también tu experiencia sueca. Feliz cumpleaños.