Esta es una receta oriental que curiosamente es mucho más popular en la cocina estadounidense y canadiense y tiene su origen el la idea de un chef de la región de Hunán que lo creó en honor a un general de la dinastía Qing, la última dinastía antes de la República China.
Esta receta normalmente se hace con pollo, pero es ideal para hacerla con nuestro amigo “el soso” de la nevera, el tofu, que siempre compramos con muchas expectativas y al cual se le acerca peligrosamente la fecha de caducidad. Es una receta agripicante con un toque dulce, y en origen es bastante picante, pero lo podemos rebajar hasta nuestro gusto personal.
Ingredientes:
- 1 bloque de tofu firme
- 1 ajo (o dos si no ponemos chile)
- 1 trozo de jengibre fresco (un cm)
- 1 cucharadita de chile en escamas
- 2 cucharadas de salsa de soja
- 1 cucharada de vinagre de arroz
- 3 cucharadas de agua
- 1 cucharadita de azúcar moreno
- 4 cucharadas de salsa terikayi (seria opcional, ya que sus ingredientes son similares a los que vamos a añadir, pero le va a dar consistencia a la salsa y potenciará su sabor)
- Harina de maíz
- Aceite de sésamo
- Para dar el toque final: cebollino y semillas de sésamo
Desmenuzamos el tofu en trozos, mirando de no hacer migas excesivamente pequeñas. Pasamos el tofu por la harina de maíz y lo salteamos en la sartén con un poquito de aceite de sésamo (también se podría freír, pero así reducimos grasas) hasta que quede dorado.
Mientras el tofu se va dorando, cortamos un trozo de jengibre en trocitos bien pequeños y añadimos las escamas de chile picante (en caso de no tener chile lo podemos sustituir por un ajo o dos si nos atrevemos). Lo ponemos en un bol y añadimos el resto de ingredientes: la salsa teriyaki, la salsa de soja, el vinagre de arroz, el azúcar moreno y el agua. Mezclamos bien.
Una vez dorado el tofu, añadimos la salsa que hemos preparado y dejamos que vaya reduciendo hasta que quede bien espesa. Servimos y añadimos el cebollino cortado finito y unas semillas de sésamo.
Repetireis seguro.